jueves, febrero 13

Mitos y Nutrición-1 "Saber y Creer"

"No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; 
sino lo que sale de la boca, 
eso es lo que contamina al hombre." Mateo 15:11

SABER Y CREER
Todo lo que tiene que ver con el ser humano se mueve siempre entre estas dos posiciones: la creencia religiosa-supersticiosa y el conocimiento científico. La medicina, y en general todo lo que tiene que ver con la salud, entre todas las ciencias es la que más fácilmente se presta a ser manipulada tanto por elementos religiosos como por el cientifismo, o sea la ciencia excluyente.

Cuando la pseudociencia se impone a la realidad...


Estamos acercándonos poco a poco a una nueva edad media del pensamiento a pesar del avance científico; la violencia y el fanatismo es cada vez más obvio. Hay dos clases de iglesias en pugna, cada una con sus fieles, ceremonias, dogmas y esfera de influencia social. Una es la iglesia a la que pertenecen todas las religiones del mundo, la otra iglesia es la del cientificismo ciego, dogmático y materialista en sus múltiples manifestaciones. Y ambas iglesias, o grupo de creyentes,  juegan con las mismas cartas marcadas: la del pecado,  la condena al pecador y la excomunión o sea la expulsión de la comunidad, ya se trate ésta de una comunidad religiosa o de una comunidad científica.


La Medicina, esa hermana pequeña de la Ciencia y de la Filosofía, sufre los efectos de estas dos clases de iglesias dogmáticas y, dado que nos adentramos en una suerte de edad media, la ciencia verdadera irá perdiendo su fuerza frente a la falsa ciencia o cientifismo y frente a las masas, cada vez más ignorantes de lo esencial aunque no del último modelo de iphone. Paralelamente la superstición religiosa volverá así mismo con todo su poder.

Signo de esta nueva edad media es encontrar fanáticos también en la Medicina, y no sólo entre los médicos ortodoxos convencionales que creen que es su deber exterminar a todas las otras medicinas alternativas, sino también entre los homeópatas, los masajistas, los "reikistas", los "alternativos" de toda índole, los "hamerianos", los "biodescodificadores",  y sanadores en general. Y dentro de esta rica fauna están también incluidos todos los seguidores acérrimos de algún sistema nutricional o dietético que, aplicando conceptos de forma parcial, les hace proclamarse como bioecológicos, o miembros de alguna fauna vegana: vegetarianos estrictos, ovo-vegetarianos, lacto-vegetarianos, crudivoros, macrobióticos, granívoros, frutaristas, lacto-cerelianos, eubióticos, pescetarianos, macrobióticos, etc., etc., ad-infinitum.

¿No hace sonar esto una alarma entre los médicos sensatos?

¿No es cierto que lo que caracteriza estas tendencias es su exclusividad, su única verdad? ¿Y no es esa exclusión del otro, de las otras ideas precisamente un signo certero del pensamiento medieval? Porque lo malo no está en elegir una forma de medicina o dieta que consideremos saludable, lo malo está en considerar a todos los que no sigan nuestras preferencias como “equivocados”, “malos médicos” o “pecadores” sin remedio.

Los seguidores de estas formas sectarias, en vez de leer versículos de la biblia, o las suras coránicas, leen sin parar de manera compulsiva la composición de los alimentos y la lista de los “E”, o sea de los conservantes y colorantes. Y está bien tener buena información, pero lo malo es la obsesión, pues si no acabaremos recitando letanías como esta:

Del E-305, líbrenos Dios
Del E-040, sálvenos Dios
Del Gluten, Dios nos libre
De la Lactosa, aléjenos Dios...
(Continuará)